Uno de los días que pasamos en Camerino lo dedicamos a la visita de Asis, maravillosa ciudad medieval cuna de San Francisco de Asis, visita obligada teniendo a mi esposa, madre y suegra con tan maravilloso nombre.
Entrar en Asis (como en muchas ciudades italianas) es transportarse a un mundo medieval. Llegamos para la comida, nos atendieron estupendamente en el Restaurante Nonna Nini, pequeño restaurante con vistas a las calles de Asis donde nos hicieron sentirnos como en casa y con una carta de la que disfrutamos.
Después paseamos por el casco antiguo de la Ciudad, pasamos por la Piazza del Comune, el Templo de Minerva, Iglesia gótica construida sobre un templo griego, con la Torre del Popolo, el santuario de San Francesco Piccolino con las estatuas de los padres de San Francesco, así por las diferentes calles de Asis hasta llegar a la Piazza de Santa Chiara, desde donde se puede admirar toda el valle.
En la Piazza de Santa Chiara se encuentra la Basílica del mismo nombre, dedicada y contiene los restos de Santa Clara de Asís, una seguidora de San Francisco de Asís y fundadora de la Orden de las Hermanas Pobres, conocidos hoy como la Orden de Santa Clara.
Por último visitamos la Basílica de San Francisco de Asis, dividida en dos templos distintos, la Iglesia Inferior y la Superior y donde se encuentran los restos del Santo. Las fotos son del exterior, así como de los paisajes ya que en el interior no permitían hacer fotografías.
Pero aún, en las afueras de Asis, ya camino de la carretera, encontramos otra joya que nos habían recomendado ver. La Basílica de Santa María de los Angeles, que alberga en su interior la Porciúncula intacta. Es la pequeña capilla de Santa María de los Angeles en Porciúncula. Desde aquí Francisco y sus cohermanos pudieron llevar su mensaje por toda Italia, y siempre volvían a este lugar. Una noche del año 1211, Chiara d’Offreduccio llamó a las puertas de Porciúncula, desesperada y aterrorizada, huyendo de su casa y de su familia aristocrática. Pocos días después, en esta capilla, hizo sus votos y su promesa de penitencia para consagrarse a Dios e iniciar su camino espiritual, lo que la llevó a fundar el movimiento franciscano femenino de las Clarisas y a convertirse en la santa más importante de la ciudad.
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